Fundación Pedro Navalpotro

En 8 de cada 10 viviendas de Asia, África y América son las mujeres (y las niñas) las que proveen de agua a sus familias, especialmente en las extensas zonas rurales donde no se dispone de infraestructuras que faciliten el acceso al agua potable.

Son ellas las que emplean buena parte de su tiempo y de su energía en localizar, acarrear, almacenar, administrar y darle utilidad al agua: para saciar la sed y para preparar la comida; para la higiene personal y el saneamiento; para el riego de los pequeños huertos y para mantener con vida al ganado.

¿Por qué? ¿Por qué las mujeres son las responsables de llevar a cabo la gestión el agua?

Probablemente, porque, siendo como es una labor durísima, forma parte de las tareas que a las mujeres les son impuestas por el hecho de nacer mujeres, es decir, porque ese es el rol (el de hacerse cargo del cuidado y la supervivencia de sus hijos y de sus mayores), que la sociedad les obliga a asumir desde pequeñas.

𝗘𝗻 𝗘𝘂𝗿𝗼𝗽𝗮 𝘀𝗼𝗺𝗼𝘀 𝗱𝗶𝗳𝗲𝗿𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀… ¿𝗼 𝗻𝗼?

En España, solo 1 (o algo menos) de cada 5 estudiantes de ingeniería es mujer, en la carrera de ingeniería informática las estudiantes son 1 de cada 10, y en la de matemáticas son un poco más del 30% del alumnado.

¿Por qué? ¿Por qué las jóvenes de nuestro país y del mundo industrializado en general no se sienten atraídas por las carreras universitarias técnicas y, en cambio, son mayoría en las de Humanidades, Ciencias Sociales y Ciencias de la Salud?

Según un estudio titulado Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests y publicado por la revista Science, los estereotipos más comunes asocian la capacidad intelectual de alto nivel (la brillantez, la genialidad, la inteligencia) con los hombres más que con las mujeres. De modo que, influidas por la sociedad y su entorno, a partir de los 6 años las niñas empiezan a creerse menos brillantes que sus compañeros varones y, por tanto, menos dotadas para las carreras que consideran de mayor dificultad.

Muy pronto, en los primeros años de escolarización, tanto niñas como niños asumen que hay trabajos más o menos apropiados para hombres y mujeres, además de trabajos u ocupaciones para los que estarían más o menos dotados según sean niños o niñas.

Estas ideas, estos prejuicios que sostienen que hay trabajos más masculinos y trabajos más femeninos llegan a los niños y niñas en sus primeros años de vida a través de los adultos con los que se relacionan.

En un estudio realizado en España en 2019 titulado Roles y estereotipos de género en la enseñanza de materias STEM en las opiniones del futuro profesorado de primaria y secundaria, se pone de manifiesto que una parte considerable del profesorado consideraría que las chicas son mejores para dedicarse a la educación, a las carreras humanísticas y a las ciencias sociales, y que los chicos son más aptos para dedicarse a las matemáticas, la tecnología y la informática.

¿𝐄𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐚 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐲 𝐦𝐮𝐣𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐬𝐞𝐜𝐭𝐨𝐫 𝐡í𝐝𝐫𝐢𝐜𝐨?

El Día Internacional de la Mujer se celebra cada 8 de marzo en casi todo el mundo, con el objetivo de llamar la atención sobre la situación de discriminación que las mujeres viven de manera más o menos evidente y generalizada.Al principio, el día 8 de marzo se reivindicaba el sufragio universal (el derecho al voto), el derecho a la propiedad, el derecho a la participación en política… Hoy también se reivindica la paridad, es decir, una participación equilibrada de hombres y mujeres en política, actividades económicas, profesionales y académicas, especialmente cuando están vinculadas a la toma de decisiones.

El sector del agua, nuestro sector, se nutre especialmente de profesionales vinculados con las ingenierías y las carreras técnicas, estudios especializados que mayoritariamente son seguidos por alumnos varones. No es de extrañar, por tanto, que sea el nuestro un sector muy masculinizado.

En cualquier sector, incluido el hídrico, lo deseable, aquello por lo que deberíamos trabajar, es que se den las condiciones para que haya una auténtica igualdad de oportunidades, sin prejuicios que pongan barreras a las vocaciones o impedimentos al talento.

Ni en el sector hídrico ni en ningún otro sector de la economía, la política o la ciencia puede la sociedad permitirse el “lujo” de que se pierda el talento individual de una parte muy importante de ella.

Ref.Pag.: iagua.es